De Sapiens a Homo Deus

En Sapiens, argumenta que la cooperación a gran escala es una de las grandes especialidades humanas. Los chimpancés, por ejemplo, solo cooperan con aquellos de su especie a los que conocen personalmente. Quizás 150 como mucho. Los humanos somos capaces de cooperar con millones de humanos, sin conocerlos. Y es gracias a esta capacidad para creer en los relatos. Relatos económicos, nacionalistas, políticos, religiosos… El dinero, por ejemplo, trabajamos a cambio de euros, confiamos en ello, pero un simio nunca te dará un plátano a cambio de un pequeño papel verde.

¿Cómo entender el mundo actual? Está cambiando de una forma tan rápida que resulta cada día más difícil comprender lo que está pasando. Nunca habíamos vivido de una manera tan acelerada. A lo largo de la historia los humanos no sabíamos con exactitud qué iba a pasar en 20 o 30 años, pero podíamos adivinar lo básico. Ahora no tenemos ni idea de cómo será el mercado de trabajo y las relaciones familiares en 30 años, que no es un futuro tan lejano. Esto crea una confusión enorme.

¿Cuál es la reacción ante esto? El futuro es tan incierto que la gente busca certezas, se centran en las historias que conocen y que les ofrecen la promesa de una verdad invariable. El cristianismo, el nacionalismo… Y no tiene sentido. ¿Cuántos años tiene el cristianismo? Dos milenios no son nada comparado con la historia total de la humanidad. Además, las religiones tradicionales no tienen soluciones para los problemas de hoy: la Biblia no dice nada de la inteligencia artificial, sobre ingeniería genética o el cambio climático.

Hay una vuelta al nacionalismo. ¿Hasta qué punto es peligrosa? En principio, creo que no hay nada malo con el nacionalismo cuando es moderado. Permite que millones de desconocidos compartan un sentimiento, puedan cooperar, a veces para hacer la guerra, pero sobre todo para crear una sociedad. Yo pago impuestos y el Estado dedica el dinero a proporcionar servicios a todos, aunque no los conozcamos. Y eso es muy bueno. Pero conviene saber que el nacionalismo se convierte en fascismo cuando te dicen que tu nación no es solo única, sino superior, que es más importante que ninguna otra cosa en el mundo. Y no tienes obligaciones especiales con tu país, sino que son exclusivas con tu nación, con nadie más, ni tu familia, ni la ciencia, ni el arte… ni el resto de la sociedad. Así, la forma de juzgar si una película es buena reside, únicamente, en si sirve a los intereses de la nación. Es la manera fascista de ver las cosas.

Por qué el fascismo sigue resultando atractivo? Se presenta el fascismo como un monstruo terrible. Creo que es un error, porque como todo mal tiene una cara amable y seductora. El arte tradicional cristiano ya representaba a Satanás como un hombre atractivo. Por eso es tan difícil resistir las tentaciones del mal y, por supuesto, del fascismo. ¿Cómo es posible que millones de alemanes apoyaran a Hitler? Se dejaron llevar porque les hacía sentir especiales, importantes, bellos. Por eso es tan atractivo. ¿Qué pasa cuando la gente empieza a adoptar puntos de vista fascistas? Que como les han dicho que el fascismo es un monstruo, les cuesta reconocerlo en los demás y en sí mismos. Cuando se miran al espejo, no ven a ese monstruo terrible, sino algo hermoso. No soy un fascista, se dicen.

Los partidos fascistas en los años treinta o el KGB soviético controlaban a la gente. Pero no podían seguir a todos los individuos personalmente ni manipularlos individualmente porque no tenían la tecnología. Nosotros empezamos a tenerla. Gracias al big data, la inteligencia artificial y el aprendizaje automatizado, por primera vez en la historia empieza a ser posible conocer a una persona mejor que ella misma, hackear a seres humanos, decidir por ellos. Además, empezamos a tener el conocimiento biológico necesario para entender qué está pasando en su interior, en su cerebro. Tenemos cada vez una mayor comprensión de la biología. El gran tema son los datos biométricos. No se trata solo de los datos que dejas cuando haces clic en la web, lo que dices o adónde vas, sino de los datos que dicen qué pasa en el interior de tu cuerpo. Como la gente que utiliza aplicaciones que reúnen información constante sobre la tensión arterial y las pulsaciones. Ahora un Gobierno puede seguir esos datos y, con el suficiente poder informático, se puede llegar a un punto en que me entienda mejor que yo a mí mismo. Con esa información, puede fácilmente empezar a manipularme y controlarme de la forma más efectiva que se ha visto nunca.

Ya estamos viendo cómo la propaganda se diseña de forma individual, porque existe suficiente información sobre cada uno de nosotros. Si quieres crear mucha tensión dentro de un país en relación con la inmigración, pones a unos cuantos hackers y trolls a difundir noticias falsas personalizadas. A la persona partidaria de endurecer las políticas de inmigración le mandas una noticia sobre refugiados que violan a mujeres. Y lo admite porque tiene tendencia a creer esas cosas. En cambio, a su vecina, que piensa que los grupos antimigrantes son fascistas, le envían una historia sobre blancos dando palizas a refugiados, y se inclinará a creerlo. Así, cuando se encuentran en el portal de casa, están tan cabreados que no pueden mantener una discusión tranquila. Esto pasó en las elecciones de Estados Unidos de 2016 y en la campaña del Brexit.

La atención es un recurso muy disputado y está vinculado a los datos. Todo el mundo quiere atraer tu atención. El modelo de la industria informativa ha sido completamente distorsionado. Ahora el patrón básico es que recibes la mayoría de las noticias supuestamente gratis (sean reales o falsas), pero en realidad lo haces a cambio de tu atención, y esta se vende a otros. El nuevo símbolo de estatus es la protección contra los ladrones que quieren captar y retener nuestra atención.

Cristina Galindo para El País

Entrevista Yuval Noah Harini

 

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